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jueves, 22 de enero de 2009

In memorian "Argos-III".

En la árida Punta Sabinal, entre los mares de plástico de invernaderos almerienses y el Mediterráneo, un solitario monolito es el mudo homenaje a los tripulantes del “Argos-III”. A los pies del mismo, en una sencilla cruz de mármol que mira al Mare Nostrum, una leyenda que reza así: “In memorian”, y debajo “Los comandantes pilotos Asdrúbal Ferreiro Niño Alfonso Blanch Blanch muertos en accidente de servicio el 15 de Diciembre de 1.989 D.E.P.”.


El patrullero “Alcaraván-IV” con base en Cádiz, había recibido la orden de retirarse al puerto de Ceuta, y allí se encontraba atracado cuando en la madrugada del 16 de Diciembre de 1.989 recibe una comunicación por radio procedente de Operaciones Marítimas de Madrid, debe dirigirse urgentemente a la zona de Alborán, se ha perdido un helicóptero.

A toda máquina el “Alcaraván-IV” se dirige hacia su destino, la dotación al completo en el puente opina por turno sobre lo que ha podido suceder. Pero todos saben que si el helicóptero ha caído al mar, las posibilidades que sus tripulantes tienen de subsistir no son muchas.

Poco después del amanecer el patrullero se encuentra en las proximidades de la Isla de Alborán. Desde el puente alto se escudriña con prismáticos el horizonte todavía con la esperanza de poder encontrar con vida a los pilotos del helicóptero. En la mar el auxilio es sagrado, y en estos casos los marinos no escatiman esfuerzos, se hace todo lo posible para intentar el rescate de una persona, sea quien sea; pero aquella ocasión era especial, se trataba de compañeros.



El “Alcaraván-III” procedente de Málaga también se encuentra ya rastreando más al norte, y el “Albatros-III” que salió de Cartagena está a punto de llegar para colaborar en la búsqueda. Se ha informado del hecho a todas las autoridades con el fin de contar con todo el personal y medios posibles.

A media mañana, dan la noticia que todos presagiaban pero que nadie quería recibir, un pesquero ha recogido del mar el cuerpo sin vida de uno de los pilotos del “Argos-III”.

Efectivamente, a las siete de la mañana, uno de los marineros del pesquero almeriense "Las Marías", con base en el puerto pesquero de Roquetas de Mar había divisado el cadáver de uno de los tripulantes del helicóptero, flotando boca arriba y con los brazos en cruz a unas dos millas de la costa de Cerrillos. El cuerpo no presentaba signos de rigidez y correspondía a Asdrúbal Ferréiro Niño, de 30 años de edad, natural de Madrid y copiloto de la aeronave. En su chaleco de aviador, figuraba el número profesional del fallecido 4075672200. El copiloto fue rescatado, por la tripulación del pesquero, y trasladado hasta el puerto de Roquetas. Después de examinar el cadáver, se estimó que el accidente podría haberse producido unas siete u ocho horas antes.

Del piloto y el aparato nada se sabía. Se ordena entonces a todos los barcos dirigirse a la zona del hallazgo para explorar sus inmediaciones. Todo hacía pensar que en las proximidades se podrían encontrar restos del helicóptero y posiblemente al otro ocupante de la aeronave, Alfonso Blanch.

No fue así. Por muchos días que se prolongó la búsqueda, por más que lo intentaron los viejos pescadores de la zona. Ni siquiera los esfuerzos de los experimentados buceadores de la Armada apoyados por el dragaminas “Guadalmedina” dieron fruto alguno. El “Argos-III” quedó con su piloto, en algún lugar, en el fondo del mar para siempre.



Alfonso Blanch, había sido instructor de vuelo antes de pertenecer a la empresa Helicsa, y tenía en su currículum una impresionante hoja de servicios profesionales con varias miles de horas de vuelo y una gran experiencia desarrollada en Europa y los Estados Unidos.

El “Argos-III” matriculado EC-DZG, era un Messerschmitt-Bölkow-Blohm BO-105 CB que el Servicio de Vigilancia Aduanera había recibido en 1.986. Un helicóptero muy seguro al estar dotado de dos turbinas, y flotadores en los patines destinados a inflarse en caso de amerizaje. Pero desde luego el trabajo de los helicópteros del S.V.A. no es nada convencional, pues asiduamente vuelan a baja altura y realizan maniobras arriesgadas para acosar a las rápidas embarcaciones de los contrabandistas. Ese año el “Argos-III” antes del accidente había realizado 800 horas de vuelo.

Todo indica que el helicóptero se precipitó bruscamente al mar, pues a su tripulación no le dio tiempo a lanzar un mensaje de socorro, ni de abandonar la aeronave en la balsa salvavidas. Sin embargo la causa del accidente es algo que al parecer nunca conoceremos, y permanecerá en el misterio habida cuenta de los años transcurridos desde el suceso.

Desde aquí el sentido reconocimiento a Alfonso Blanch y Asdrúbal Ferreiro, expertos pilotos que dieron su vida cumpliendo con su deber.

Doy las gracias a mi amigo Orca, habitual colaborador de este pequeño blog, y a A.L.O. también piloto de helicópteros del S.V.A. y autor de las fotografías del monolito que aquí se muestran.

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